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Odio las redes sociales, la hipotenusa.

  • Foto del escritor: Sofia  Sandoval Monroy
    Sofia Sandoval Monroy
  • 24 ene 2021
  • 3 Min. de lectura

Hoy fue un gran día, reí mucho, sentí que me mantuve productiva y lo único en que pensaba era ¿por qué?. Qué fue diferente a los demás días, mm bueno pues, no vi a ninguno de mis conocidos, mi celular se descargó y no estaba en las redes sociales, no sabía qué estaban haciendo las personas, como sí sucede la mayoría del tiempo gracias a las insta stories, ¿así que por eso fue un buen día, qué gran sorpresa? Siempre me dio miedo estar sola, bueno no era miedo, era desespero, no me hallaba, estaba aburrida y pendiente de Instagram, pero hoy, simplemente fue diferente.


Sin embargo, la bajona llegó de nuevo cuando mi celular cargó y empecé a ver, por inercia y costumbre, likes, stories, encuestas, votaciones y lo que hacían mis conocidos, con quién estaban, dónde estaban y qué pensaban. Sentí un fastidio y unas ganas absurdas de dejar de seguirlos a todos, de hecho de cerrar mis redes, pero lo pensé más de dos veces porque las necesito para otras cosas, lo único que logré hacer, en mi arrebato, fue dejar de seguir a un par de conocidos.


Disfruto estar en casa, quedarme en cama y solo dejarme ser, pero también disfruto hablar de cosas sin sentido o sin importancia con mis amigos, fumar cigarrillos y hacer uno que otro chiste malo, pero de verdad que a veces no los soporto, no los odio, ni mucho menos, pero me hastío un poco, necesito un respiro de todo, de todos.


Algo sucedió el fin de semana que se alargó a 4 días por cosas de las cuales no hablaré ahora, en un momento donde mi WhatsApp colapsó y 3 grupos comenzaron a inflarse de mensajes, mientras otros 3 amigos me escribían por interno, lo único que pude hacer fue desinstalar la aplicación. Luego llegó el silencio de mi celular provocado por la ausencia de los acostumbrados y deseados zumbidos, lo único que escuchaba era Disco de Boris Vian y el ritmo de mi corazón acelerándose por la ansiedad de no ser capaz de llenar aquella “hoja” en blanco que estaba en el monitor.


Tengo mucho aprecio por las personas cercanas a mí, pero también es sofocante y lo encuentro así porque los veo todo el tiempo, en carne y hueso cuando estoy con ellos y en pantalla cuando no nos encontramos, después de esto que acabo de contar, creo que lo mejor es mantener a los amigos alejados de las redes y cerca en el mundo real.


Aquí no hay nada personal, no es fastidio real, no me lo generan mis amigos de por sí, sino sus vidas virtuales, bueno, nuestras vidas virtuales, la típica foto de fiesta a la cual hubiera deseado ir, pero que en el fondo agradezco no haber ido, porque sé muy bien que en realidad no estuvo buena, ni divertida, lo único que en realidad me molestó fue que no fui parte de esa foto, de ese momento en el mundo virtual.


Por otro lado, me siento miserable y rechazada si no me meten a un grupo, si no me invitan a la fiesta, si no me piden que salga en la foto, sino me escriben y la ausencia de zumbidos se apodera de mi celular, es una dicotomía que me golpea cada vez más, por ahora solo puedo decir que tengo una relación amorosa y tóxica con las redes sociales y las vidas virtuales de las personas.




 
 
 

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